martes, 20 de agosto de 2024

Prólogo

 Comencé a redactar estas cápsulas para expresar breves frases que yo le quería pronunciar al comenzar cada día por haber captado mi atención y atrapado mi corazón hasta que, en cuestión de una semana, asumí que esas palabras no eran necesarias ni esperadas ni deseadas ni eficaces en el plan de incentivar el acercamiento físico entre nosotros.

Dichas cápsulas, las imaginé en comienzo para expresarle palabras bonitas, para alegrarle el día si estaba triste, para darle ánimo si tenía algún desafío importante por afrontar y para hacerle notar mi presencia y buena disposición, quizá con la intención de parecer una gran persona o un magnífico ser, hablando desde el ego tal vez y no tanto desde el alma como era mi pretensión y así, sin planearlo, terminé redactando párrafos para mí mismo, evidenciando que estoy vivo, aquí y ahora, y que voy en dirección hacia un lugar extraordinario: un punto de encuentro conmigo mismo en un éxtasis prolongado de sueños de abundancia, prosperidad, riqueza y viajes fabulosos.

Este ejercicio, independientemente de resultar inútil para la idea inicial, resultó lindo, entretenido y provisto de una inspiración que no quise acallar porque en cierto modo era una manera de conectarme interiormente y expresar algo de lo que yo soy y de aquello que usualmente no diría, pero que creo y pienso y que, aunque quizá a nadie le interese, me nació escribir y tiene gran valor para mí porque es una forma de acompañarme a mí mismo en situaciones diarias sin aparente relevancia, pero significativas para mí.

En este proceso descubrí que tenía “obesidad mental” por tanto conocimiento teórico sin aplicación práctica y sin un impacto evidente en las distintas áreas de mi desarrollo personal, con resultados muy poco halagadores y un futuro no tan promisorio. Terminé de asumir que todo estaba por mejorar, lo cual era posible y necesario porque no debía ser conformista y pude entender que, de no hacer algo, sería sujeto de un estancamiento y una pronta y profunda decepción en los días por venir.

También descubrí que no basta con voluntad y esfuerzo mental en la búsqueda de prosperidad cuando mi cuerpo se opone por cuenta de todos los traumas grabados en su memoria celular y entonces, aunque desee algo con toda la fuerza posible, éste se resiste porque no está dispuesto a vivir de nuevo los momentos desagradables que yo no recuerdo, pero que mi cuerpo no ha olvidado. El cerebro olvida las experiencias traumáticas, pero el cuerpo jamás.

Al parecer hay algo que yo estoy pasando por alto y todavía no entiendo las señales de mi cuerpo, por lo que tuve que optar por ayuda. Un par de años atrás fui a unas sesiones de hipnosis, pero coincidí con una inexperta y salí muy decepcionado porque no logró hacerme entrar en trance. En los meses más recientes intenté con un médico muy bien recomendado y con actitud mucho más profesional que tampoco logró hacerme entrar en trance, lo que indica que soy yo el que no facilito la experiencia y que quizá hay algo tan turbio en mis recuerdos reprimidos, que mi mente se niega con vehemencia ante la posibilidad de removerlos.

Y es acá donde noté que la búsqueda de la prosperidad no es algo sencillo y se trata de un camino personal en el que es muy conveniente evitar la comparación con otros. Este sendero no es un cómodo y plano lecho de pétalos de rosas sino un cúmulo de rosales tentando con hermosas flores, enraizados en una subida con alta pendiente, recordando que hay que exhibir consciencia para no salir lastimado por espinas que representan los traumas, miedos y bloqueos por superar, y dejando entrever que la prosperidad es un premio cuando la riqueza material deja de ser el único objetivo, porque no es posible ser rico en todas las áreas del desarrollo personal sin un compromiso que implique el bienestar de toda la humanidad. Es por eso por lo que quienes tienen solo dinero sienten un vacío espiritual que no logran llenar con nada y son tan o más infelices que los pobres de mente que se consideran a sí mismos como incapaces de producir lo esencial para sobrevivir.

Así que aquí estoy, en la senda de la prosperidad, con altos y bajos, dispuesto a aprender y a desvanecer los bloqueos que se contraponen a la libertad financiera que merezco por derecho de nacimiento, esperando que, al momento de terminar y publicar este libro, justo un año después de iniciado, haya avanzado en forma significativa y productiva por el sendero al encuentro conmigo mismo en función del cumplimiento del verdadero anhelo de mi alma. Amén.

Índice

 Prólogo

Mi querido Gricelio Alberto:

Mi autoimagen

Mi elección consciente

Una cápsula diaria y listo


Epílogo

Prólogo

  Comencé a redactar estas cápsulas para expresar breves frases que yo le quería pronunciar al comenzar cada día por haber captado mi atenci...